IMG_20141011_022544Actualmente, la mayor parte de la gente no es capaz de concebir su vida sin móvil, sin ordenador, sin conexión a internet y, en definitiva, sin las llamadas nuevas tecnologías. Necesitamos estar conectados constantemente y, nos hemos acostumbrado tanto a ello que, en muchos aspectos, somos dependientes, estamos presos y las cadenas nos las hemos ido imponiendo nosotros mismos.

Evidentemente, este “estar siempre conectado” tiene muchos aspectos positivos, pero cada vez vamos siendo más conscientes de las consecuencias negativas que puede tener. Las nuevas tecnologías (y nuestro abuso de las mismas) está dando lugar a fenómenos como los siguientes:

  • Aumento del estrés: actualmente vivimos con la imposibilidad de desconectar, tenemos que estar siempre pendientes, siempre hay algo reclamando nuestra atención: un nuevo mail, un WhatsApp, un tweet, una notificación de Facebook, una llamada, etc. Es un nuevo mundo en cambio constante y hay que estar atento para no perderse nada, sin embargo nuestro cerebro necesita descansar, no somos máquinas que puedan estar siempre disponibles, siempre actualizadas. Esto se relaciona mucho con la “carga mental”; este desarrollo tecnológico que estamos viviendo tiene un papel decisivo en la carga de trabajo; la carga mental se refiere a la necesidad de procesar grandes cantidades de información y de tomar decisiones rápidamente; esto cada vez se da en mayor medida debido a la imposibilidad de desconectar, tenemos que estar siempre atentos, siempre concentrados y esto nos somete a altos niveles de presión para los que, quizás, no estemos preparados.

 

  • Aumento de los problemas de insomnio: el uso de tecnologías y dispositivos como tablets, teléfonos móviles u ordenadores portátiles antes de dormir dificulta, y mucho, la conciliación del sueño. ¿Quién no ha mantenido una conversación por WhatsApp a ultima hora antes de meterse en la cama? Esto afecta mucho al mecanismo del sueño de nuestro cerebro ya que la luz tan directa que desprenden este tipo de dispositivos provoca que el cerebro segregue menos melatonina (hormona muy asociada a la regulación sueño-vigilia).

 

  • Aumento de problemas de obesidad infantil: obviamente en este problema hay numerosos factores implicados (como una mala alimentación) pero el ritmo sedentario en el que nos sumen las nuevas tecnologías tampoco ayuda a solucionar el problema; hace unos años los niños se divertían jugando en la calle, con sus amigos, moviéndose, etc. Actualmente es más fácil encontrar a los niños enganchados a alguna pantalla, sea la del móvil o la de los múltiples videojuegos a los que tienen acceso.

 

  • Aumento de problemas físicos: codo de tenista, problemas visuales, síndrome del túnel carpiano, problemas cervicales o el llamado “dedo de blackberry” (artrosis debido al constante envío de mensajes) son ejemplos de lesiones que cada vez son más frecuentes debido al abuso de las nuevas tecnologías y a las malas posturas que adoptamos al usarlas.

 

  • Además están apareciendo otros fenómenos nuevos como el popularmente denominado “síndrome de la llamada imaginaria” (sensación de que el móvil ha sonado o vibrado cuando en realidad no lo ha hecho) o la llamada “nomofobia” (angustia, incomodadad o incluso ansiedad por no tener acceso al móvil).

 

Esta es sólo una descripción superficial de algunos de los problemas asociados a las nuevas tecnologías, debemos hacernos conscientes de que, aunque tienen ventajas indiscutibles, hay que aprender a usarlas con coherencia y sentido común.

Ainara Rivas Olivera
Psicóloga en MasaM

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