El estrés es una reacción fisiológica que nuestro organismo pone en marcha para hacer frente a algún desafío, es decir, cuando aparecen una serie de demandas en el entorno y la persona percibe que no tiene recursos suficientes para hacerlas frente; se trata de un desequilibrio entre las demandas del ambiente y los recursos que la persona considera tener.
Inicialmente, el estrés es una respuesta adaptativa y sana, ya que prepara a la persona para afrontar el desafío, las demandas del medio. Sin embargo, se convierte en una respuesta desadaptativa cuando se mantiene en el tiempo, ya que es entonces cuando puede precipitar la aparición de algunos trastornos (por un lado porque debilita al organismo y por otro porque las personas en situaciones de estrés mantenido en el tiempo son más propensas a emitir conductas de riesgo, como beber en exceso, fumar, dormir mal, etc.)
Según Selye ante la aparición de un estresor se suceden tres fases en el organismo que, en conjunto, reciben el nombre de SGA (Síndrome General de Adaptación):
- Fase de alarma: En esta fase el organismo se pone en marcha frente al estresor. Si la persona logra hacer frente al estresor de forma satisfactoria se terminaría la respuesta de estrés. Si esto no ocurre, se activa la segunda fase.
- Fase de resistencia: El organismo segrega adrenalina y noradrenalina, lo que
permite una intensa actividad motora. Si la persona, pese a los recursos motores que tiene, no es capaz de hacer frente al estresor se activará la tercera fase.
- Fase de agotamiento: Es la fase realmente nociva para el sujeto, quien no ha sido capaz de hacer frente al estresor y comienza a mostrar síntomas de agotamiento por no tener los recursos necesarios. Aparecen las consecuencias negativas del estrés. En esta fase se segregan glucocorticoides (son claves para la respuesta de estrés pero negativos si esta se mantiene en el tiempo, ya que generan daños en el organismo).
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