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Como todos sabéis, el Día de los Inocentes se celebra todos los años el 28 de diciembre trayendo consigo bromas de todo tipo. Este día se celebra tanto en España como en Hispanoamérica y tiene su equivalente en el “April Fool’s” de Estados Unidos, Reino Unido, Escocia y Portugal, el “Pez de abril” de Francia e Italia y el “Día da mentira” de Brasil, aunque estos se celebran el 1 de abril.

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Las formas de vivir este día son muy variadas, están los que lo viven con indiferencia o incluso con desagrado, otros esperan deseosos su llegada y preparan sus bromas como si de un plan maestro se tratase y, por último, otros prefieren convertirse en espectadores y reír ante lo que sucede a su alrededor.

Pero, ¿por qué a tanta gente le gustan las bromas?

Para muchos expertos las bromas son una forma de escape de la realidad, un entretenimiento que nos ayuda a distanciarnos y olvidarnos, aunque sea durante un corto tiempo, de nuestros problemas; además, aseguran que la risa es un fenómeno social, es contagiosa y promueve la cohesión social.

¿Qué es lo que nos hace reír?

Según Alastair Clarke, la risa se produce cuando nuestro sorprendemos a nuestro cerebro con un patrón inesperado; al reconocer ese patrón sorprendente el cerebro se autorecompensa liberando dopamina, lo que hace que experimentemos una reacción eufórica que se exterioriza a través de la risa.landscape-1447707852-emoji

Esto coincide con la teoría de los investigadores Victor Raskin y Salvatore Attardo, que sostiene que lo que nos hace reír son las incongruencias, por eso muchos chistes y bromas se basan en ello, en hacer algo ilógico. El neurocientífico gallego Manuel Arias añade a esto que la risa es “un fenómeno de fallo de inhibición”, de hecho muchos de nosotros hemos comprobado que hay situaciones que pueden parecer especialmente graciosas por el mero hecho de que en ellas no esté permitido reír.

Parece entonces que el secreto para conseguir hacer reír a alguien es (¿sencillamente?) sorprender a su cerebro, hacer que espere algo para que luego se encuentre con un final inesperado e ilógico.

 

Ainara Rivas Olivera
Psicóloga en MasaM

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