El “like” o “me gusta” se ha ido convirtiendo poco a poco entre adolescentes y adultos (si, entre los no tan adolescentes también) en símbolo de popularidad, en una medida “objetiva” de aceptación social y éxito.
Se trata de una recompensa adictiva (ya que hace que segreguemos más dopamina) que está cambiando las reglas del juego en las relaciones sociales y, no nos engañemos, no sólo afecta a la generación Z o entre los millennials, las generaciones anteriores (aunque en menor medida) también se están viendo afectadas.
El like se ha convertido en una “moneda social”, una medida de aceptación cada vez más deseada. Cada vez hay más gente para la que las redes sociales son un escaparate donde mostrar la imagen que quieren que otros tengan de su vida; gente que estudia cada publicación buscando que resulte la más atractiva, la más envidiable. Todo vale para conseguir un like, aunque esto implique el riesgo de vivir en un “postureo constante”, aunque implique construir un mundo falso, prefabricado y superficial en el que sólo importa la apariencia. ¿Os suena? Es la premisa de “Nosedive” uno de los capítulos de Black Mirror, que nos mostraba las terribles consecuencias que podría tener vivir en un mundo obsesionado por vivir conectados y “felices”
En realidad, tras esa sobreexposición, esa búsqueda del like, lo que encontramos es una búsqueda de aprobación. Conseguir esa aprobación en el “mundo digital” empieza a ser igual de importante que conseguirla en el “real” y no lograrla trae consigo problemas de ansiedad y, cómo no, de autoestima.
Lo más vulnerables a la “tiranía del like” son los jóvenes y adolescentes, entre quienes esta adicción a las redes sociales, al reconocimiento, puede derivar incluso en problemas de identidad. Por ello, y para concienciar sobre el uso responsable de las nuevas tecnologías, Orange lanzó la campaña “Por un uso love de la tecnología” donde se pueden encontrar consejos para evitar caer en la tiranía del like.
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