Los trastornos psicopatológicos son, en general, más frecuentes en niños que en niñas, salvo en el caso del mutismo y los trastornos ansiosos. Tratar de explicar esta diferencia desde una única perspectiva sería caer en el reduccionismo, estas son algunas de las hipótesis que se manejan:

  • Por un lado, estas diferencias se pueden explicar aludiendo a que los criterios diagnósticos que manejamos actualmente pueden sesgarnos y llevarnos a subestimar la patología en niñas.
  • Otra de las hipótesis se basa en la biología, concretamente en alteraciones en el desarrollo neuroevolutivo en los niños
  • Por último, se barajan también las hipótesis ambientales (como las de las diferencias en los patrones de socialización, la diferencia en cuanto a la exposición al riesgo o la hipótesis de las diferencias en cuanto al desarrollo emocional, social y cognitivo entre niños y niñas).

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Parece bastante claro que no se pueden analizar las diferencias de género en psicopatología en la niñez desde una única perspectiva; ya que todas ellas son coherentes y  pueden estar influyendo. Estas diferencias no deben ser analizadas desde un ángulo simplista, sino que hay que buscar una integración;  esta es la única forma de obtener un enfoque global que nos permita comprender adecuadamente qué factores pueden estar jugando un papel relevante en que niños y niñas presenten distintos tipos de trastornos.

Es importante saber que en los niños predominan los trastornos de tipo externalizante, mientras que los internalizantes se asocian más a las niñas. Por ejemplo, desde la hipótesis que basa esas diferencias de género en los patrones de socialización, puede verse como, en general, se ejerce más control sobre las niñas y se las socializa de formas que fomentan su dependencia, su inseguridad o su tendencia a inhibir la rabia; esto llevaría a las niñas a ser más susceptibles a trastornos internalizantes como la ansiedad o la depresión. Otro factor a tener en cuenta es que los niños están más expuestos a castigos físicos, hostilidad e incluso a modelos violentos de su mismo sexo, la exposición a modelos agresivos podría aumentar la posibilidad de que los niños caigan en conductas o trastornos más externalizantes.

Ainara Rivas Olivera
Psicóloga en MasaM

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